jueves, 10 de noviembre de 2011

Prisciliano y sus herejías

¿Era el priscilianismo una herejía?
Por Mario Escobar
La primera gran doctrina de Prisciliano fue el regreso a la pobreza y la austeridad de la Iglesia, a imitación de los primeros cristianos. En el siglo IV el poder y riqueza de la Iglesia eran evidentes. Prisciliano defendía una vuelta a la humildad apostólica, junto una mayor dedicación a las clases más humildes.

La segunda doctrina que defendía el priscilianismo era la abolición de la esclavitud. La Iglesia oficial no la condenaba abiertamente, alegando las enseñanzas del apóstol Pablo, sobre la sujeción de los esclavos a sus amos.

La tercera doctrina, en este caso muy polémica, era el papel de la mujer en la Iglesia. Prisciliano defendía una participación activa de las mujeres en el culto.

En cuarto lugar, el priscilianismo condenaba el alcohol y promovía el celibato voluntario, pero no prohibía el matrimonio de monjes y clérigos.

En quinto lugar, su celebración religiosa era muy libre, se fomentaba la danza como parte del culto formal.

En sexto lugar, se aceptaba la interpretación simbólica de algunos libros apócrifos.

Algunas de las acusaciones más graves contra los priscilianos era que negaban la Trinidad, pero no se sabe a ciencia cierta que estos la negaran realmente. También se les acusó de una especie de panteísmo al afirmar que los ángeles y los hombres participaban de la sustancia o esencia de Dios. También se les acusaba falsamente de negar la encarnación de Jesús.

Otras imputaciones eran su esencia maniquea, considerando que el Reino de la Luz estaba representado por los Doce Patriarcas y el de la oscuridad por los signos del Zodíaco.

 Nunca sabremos a ciencia cierta lo que creían los priscilianistas, aunque en ellos se ve una clara influencia maniquea y un dualismo entre la carne y el cuerpo que se escapaba de la doctrina del hombre, que enseñaba la Iglesia y las Sagradas Escrituras. 

La última polémica sobre el priscilianismo surgió entre los obispos hispanos que no estaban de acuerdo en la eliminación de los herejes mediante el asesinato. Uno de los que se opusieron al exterminio de los sectarios fue San Martín Turonense. San Martín defendía que el brazo secular no era apto para juzgar las diferencias doctrinales, ni podía ejecutar sentencias de condenación en su nombre.

El propio Menéndez y Pelayo(1) defendió el uso del brazo secular y la violencia para el exterminio de herejes. Para ello argumentaba que los crímenes doctrinales son a su vez políticos, ya que el defendía la idea de que Iglesia y el Estado deben actuar conjuntamente.

 El priscilianismo supuso el primer acto de violencia directa de la Iglesia hacia una herejía y abrió la puerta a la persecución secular de los heterodoxos.  Que el primer hereje asesinado fuera un hombre nacido en la Península Ibérica, al menos nos habla del debate vivo y doctrinal de la Iglesia Hispana en el siglo IV.

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